sábado, 9 de julio de 2011

Profe ¿cuándo llegan las netbooks?

Una de las frustraciones de los egresados 2010 de la Escuela Superior de Comercio “Carlos Pellegrini” fue la de no haber recibido las netbooks prometidas - desde hacía ya un año atrás - por el Gobierno Nacional, en el marco del convenio suscripto al efecto con la Escuela.

Y una de las preguntas que escucho casi a diario por parte de los alumnos de mis cursos de quinto año (que seguramente se multiplicará exponencialmente a medida que se vaya aproximando el final del ciclo lectivo), es “profe, ¿cuándo llegan las netbooks?”.

Lo curioso es que esa ansiedad está ausente en los chicos de mis cursos de segundo año, y apenas presente en alguna pregunta aislada formulada al respecto por muy pocos alumnos de mis cursos de cuarto año.

Es mi turno entonces de hacer una pregunta: ¿por qué esa desesperada avidez por las netbooks en los alumnos de los quintos años y la casi absoluta indiferencias de los alumnos de los años inferiores?

Me encantaría concluir que la diferencia radica en la mayor conciencia que los alumnos de los años superiores, tienen de la importancia del uso de las TIC en la educación y de la eventual contribución de las netbooks en ese sentido.

Me encantaría…pero las respuestas que obtengo de ellos a mis repreguntas al respecto, no me permiten ilusionarme de tal manera.

La experiencia me indica que están muy lejos aún de entender a las TIC como una instrumento de apropiación de conocimientos, y que, para muchos de ellos, sólo se trata de “apropiarse de una net” antes de egresar de la Escuela.

Muy lejos estoy de criticarlos. Con su visión, me resulta entendible la “desilusión” de los egresados y el “enojo” de los alumnos de quinto año. Mi visión me permitiría ir más allá aún, entendiendo su queja no ya como la manifestación de un sentimiento, sino como la exigencia de un derecho que les asiste - a partir de que les fue otorgado - y aún está incumplido.

Aclaro que la idea de este comentario no es la de condenar el - insisto - natural deseo de un alumno de quinto año de “llevarse una net de regalo” a su egreso de la Escuela.

La reflexión apunta en otro sentido; tomar conciencia de que todos los integrantes de las distintas comunidades educativas (aún a nivel global diría) deambulamos cuan australopithecus blandiendo las TIC en medio de la nueva era digital, y que necesariamente debemos aprender mucho al respecto (con hache y sin hache) y enseñarnos entre todos, a través de las generaciones venideras, para transitar con éxito el camino de esta “evolución”.

Llegará el tiempo en que los alumnos no utilicen las computadoras sólo para chatear con sus amigos. Llegará el día en que los profesores no utilicen el correo electrónico como única herramienta pedagógica de “avanzada”.

Llegará el día entonces en que el uso de las TIC esté totalmente naturalizado en los ámbitos educativos como parte de los procesos de aprendizaje y de enseñanza.

Para ello, los docentes debemos apropiarnos de la mayor cantidad de herramientas posibles a través de la formación y capacitación, para el mayor aprovechamiento de las TIC en el aula. Sólo así estaremos en condiciones de modificar las formas de trabajo en la escuela y contribuir en el mejoramiento de la calidad educativa.

En la aspiración por dar el salto evolutivo hacia el “homo sapiens sapiens tecnológico” (permítaseme esta licencia; la idea extrema del homo tecnologicus no me atrae demasiado) a través de la capacitación permanente, podremos atraer y apasionar a nuestros alumnos en el uso de las TIC.

Tal vez de esa forma, no hará falta preguntarnos porqué a algún alumno de un año inferior le resulte indiferente tener una net y a otro de un año superior le urja contar con ella; pero intuyendo, en todo caso, que la mayoría de ellos, más chicos o más grandes, sólo la utilicen para chatear con sus amigos y para casi nada más.

Creo que es tarea nuestra capacitarnos en el uso de estas nuevas herramientas, de tal manera de conocer para poder transmitir, y poder diseñar estrategias educativas. Sólo así podremos lograr interesarlos en algo más que participar en redes de amigos.

Y aquí estamos.

Yo (Magister australopithecus)

domingo, 3 de julio de 2011

A propósito de la brecha digital

Sigo comentando algunos conceptos teóricos señalados en el curso.
¿O serán estos comentarios solamente pretextos para experimentar y descubir las potencialidades del editor del blog; en este caso,  la construcción de un hipervínculo?
En mi caso, todo es nuevo para mi, y de hecho, es la tercera entrada al primer blog que he construído en mi vida.
Como fuera, les dejo aquí un artículo sobre la brecha digital, que me pareció interesante. O en todo caso, de las diferentes acepciones que parece estar cobrando el concepto; o de la existencia de diferentes brechas digitales que plantea la autora del artículo.
Y de paso, si llegan al final (confieso que es un tanto extenso) verán que el artículo fue publicado bajo una de las tantas modalidades de  licencia de Creative Commons; otro de los temas que nos fue explicitado en el curso.
Claro está, si es que pude hacer el hipervínculo y alguno de Ustedes pudo arribar exitosamente a la página remitida.
Saludos!

Algunas citas bibliográficas

La primera entrega bibliográfica del curso menciona, entre otros autores a Manuel Castells. He tenido oportunidad de leer su libro "La era de la información (economía, sociedad y cultura). La sociedad Red. Vol. I", y a manera de simple ejercitación en el uso del blog, iré transcribiendo algunas citas de este, y tal vez de otros autores.

Dice Castells (2002: 30) en el prólogo del libro señalado:
 
Confundidos por la escala y el alcance del cambio histórico, la cultura y el pensamiento de nuestro tiempo abrazan con frencuencia un nuevo milenarismo. Los profetas de la teconología predican una nueva era, extrapolando a las tendencias y organizaciones sociales la lógica apenas comprendida de los ordenadores y el ADN. La cultura y la teoría posmodernas se recrean en celebrar el fin de la historia y, en cierta medida, el fin de la razón, rindiendo nuestra capacidad de comprender y hallar sentido, incluso al disparate. La asunción implícita es la aceptación de la plena individualización de la conducta y de la impotencia de la sociedad sobre su destino.
El proyecto que informa este libro nada contra estas corrientes de destrucción y se opone a varias formas de nihilismo intelectual, de escepticismo social y de cinismo político. Creo en la racionalidad y en la posibilidad de apelar a la razón, sin convertirla en diosa. Creo en las posibilidades de la acción social significativa y en la política transformadora, sin que nos veamos necesariamente arrastrados hacia los rápidos mortales de las utopías absolutas. Creo en el poder liberador de la identidad, sin aceptar la necesidad de individualización o su captura por el fundamentalismo. Y propongo la hipótesis de que todas las tendencias de cambio que constituyen nuestro nuevo y confuso mundo están emparentadas y que podemos sacar sentido a su interrelación. Y, sí creo, a pesar de una larga tradición de errores intelectuales, a veces trágicos, que observar, analizar y teorizar es un modo de ayudar a construir un mundo diferente y mejor. No proporcionando las respuestas, que serán específicas para cada sociedad y las encontrarán por sí mismos los actores sociales, sino planteando algunas preguntas relevantes.
Para recorrer los pasos preliminares en esa dirección, debemos tomar en serio la tecnología, utilizándola como punto de partida de esta indagación; hemos de situar este proceso de cambio tecnológico y revolucionario en el contexto social donde tiene lugar y que le da forma; y debemos tener presente que la búsqueda de identidad es un cambio tan poderoso como la transformación tecnoeconómica en el curso de la nueva historia. (Castells, 2002:30). 

sábado, 2 de julio de 2011

Primera Entrada

Nada había cambiado demasiado, y no existían por lo tanto motivos razonables para esperar que esa fría mañana del 1º de Junio, un buen anuncio rompiera la cronología de lamentables sucesos que, desde principio de año informaba la página electrónica de su querido “Pelle”.

La noticia rezaba: “Informamos a los Docentes de la Escuela que se encuentra abierta la inscripción a los cursos del Programa virtual de Formación Docente del Centro de Innovación en Tecnología y Pedagogía (CITEP) de la UBA "Las nuevas tecnologías en la formación y las prácticas docentes”. Mas información sobre la oferta de cursos, fechas de inscripción y duración de los mismos, pueden consultarse en el archivo adjunto”.

La propuesta parecía interesante. Tal vez este, y los demás cursos posteriores que se ofrecían, fueran el estímulo e impulso necesarios para abrir la puerta a un mundo al que ya no podía permanecer ajeno, pensó.

Creía en la capacitación permanente del docente. La revolución digital había comenzado, y no bastaba ya con la fascinación intelectual que provocaba el análisis y el debate sociológico de la nueva cultura que estaba naciendo a partir de ella. Era hora de pasar a la acción y pertrecharse al menos con todas las herramientas que estuvieran a su alcance.

La idea estaba en él desde hacía muchos años. Aún recordaba el asombro - y el deseo de poner en práctica aquello con sus alumnos - que le había provocado, más de una década atrás, ver en pantalla y en interacción algunas obras intelectuales de su autoría, solicitadas por UbaNet (¿tal vez un remoto antecedente del Citep?) bajo la dirección de Edith Litwin, en el marco de cursos de educación a distancia.

Años después, un egresado que había sido su alumno lo había sorprendido poniendo a su disposición una página con su nombre, que ese alumno le había creado.

El pasado año incluso, se habían realizado en su escuela unas jornadas de capacitación sobre wikis y blogs. Y hasta había creado su propio blog!

Pero la página electrónica estaba vacía, y el blog apenas si tenía un título. El nuevo curso, ofrecía entonces la posibilidad de cruzar de una vez aquella frontera.

La falta de tiempo (son fascinantes los disfraces que adopta a veces el inconciente para ocultar su cautela frente a lo desconocido) no le permitió inscribirse sino hasta el último día y casi a última hora. Se aproximaba un fin de semana largo, y esperó despreocupado al martes de la semana siguiente, día en que comenzó formalmente el curso.

Una de las primeras tareas encomendadas fue la creación de un blog y la de darle contenido.

Recurrió a aquél viejo blog y fácilmente descubrió la manera de crear una entrada; su primera entrada.

¿Qué decir? ¿Qué escribir en esa página vacía que lo enfrentaba desafiante a través de la pantalla?

Tomó aire, posó sus manos sobre el teclado y comenzó a escribir…